lunes, 28 de diciembre de 2015

Maldad y subjetividad

La maldad no se encuentra en la naturaleza. No hay plantas, animales, personas, ciudades o estrellas que sean malas, tampoco buenas. Por ello, aunque afirmo que las personas somos por naturaleza malas no quiero decir que se deba a que la maldad está en la naturaleza.

Pero si no está en la naturaleza la maldad, o la bondad, ¿Dónde está? ¿Significa esto acaso que se encuentra en lo artificial? No, no es eso. La maldad está en los juicios de las personas. Bueno, no es que esté en el juicio en sí, o que hacerlo sea malo, es que no hay nada tal como maldad o bondad, como no hay un sí o un no. Quiero decir que la maldad es el género de los actos que juzgamos como tales.

Uno puede actuar con maldad, y esto sería que actúa con una intención basada en su juicio (lo que considera un acto malvado) o según un juicio sobre el juicio de alguien más (lo que considera que alguien considera un acto malvado). También puede uno actuar con maldad, sin tener en cuenta su intención, teniendo en cuenta cómo juzgue el acto otra persona que lo observa. Aunque claro que también puede tener en cuenta la intención del que actúa (dentro de lo que cabe afirmar que se pueda conocer realmente la intención de otro).

La maldad, pues, es relativa siempre a un juicio, ya sea propio o ajeno, y no tiene porque coincidir con otro juicio. El juicio siempre va a ser personal, independientemente de lo que se declare públicamente o externamente, porque el juicio es interno.


El juicio es una reflexión interna, aunque pueda externalizarse total o parcialmente. Por supuesto, el juicio siempre estará, al menos en parte, influenciado por nuestras vivencias y experiencia, conocimiento, intención, valores, creencias y una generalidad más de cosas. El juicio es un acto propiamente moral, y como subjetivo que es, funda subjetiva a la moral (o viceversa, según como se mire). Se puede afirmar, tanto por la teoría como por la experiencia práctica que todos habremos tenido, que no hay algo tal como una moral única, que no es esta algo objetivo, aunque pueda, obviamente, haber grandes coincidencias y valores fundamentales muy semejantes o incluso iguales.

lunes, 2 de noviembre de 2015

La tiranía de los partidos

Decía Aristóteles en su Política (V, 11) que de tres tipos son las medidas que toman las tiranías para perpetuarse: "Unas para que no confíen unos en otros, otras para que no adquieran poder y otras para que piensen poco".

Más de veinte siglos después aquí estamos, con una clase política corrupta y maliciosa, en un sistema de partidos que se reparten poder y riqueza a costa del sufrimiento del pueblo, una partitocracia que reúne lo peor de la democracia, la oligarquía y la tiranía, los tres sistemas políticos en los que tantos males señala Aristóteles.

Los partidos nos enfrentan culpándose unos a otros, demonizando a cualquiera que no sean ellos mismos, y a veces incluso a alguno de ellos si les conviene para salvar su pellejo. Izquierda contra derecha, ricos contra pobres, socialistas contra capitalistas y muchos otros "bandos" reales o imaginarios, cualquier postura religiosa o ideológica, clases sociales y por si fueran pocas las etiquetas que ya hay para enfrentarnos a todos, pues todos somos ciudadanos de la misma nación, ahora hay quien se dedica a crear más lados en esta disputa eterna que es la política.

En cuanto a la adquisición de poder, es fácil ver que las últimas leyes impiden casi cualquier reclamación, vemos cómo se multan a ciudadanos por denunciar públicamente infracciones de quienes se suponen los cuerpos de seguridad del Estado, y que no tienen escrúpulos en pegar a niños, embarazadas y ancianos que simplemente piden un poco de dignidad. Por si fuera poco, la burocracia por la que hay que pasar para cualquier proceso es incluso absurda y retrasa muchísimo cualquier queja, por no hablar de los miles de inconvenientes más. Y hacerse un hueco en la política no es nada fácil, a no ser que te conviertas en uno más de estos censores.

Si pasamos al tercer tipo de medidas si que podemos reirnos fuertemente, aunque quizás deberíamos más bien ponernos a llorar desesperadamente. Desgraciadamente nuestro país no está lleno de los mejores pensadores, ni tampoco es que abunden, pero las medidas para impedir que las familias más desfavorecidas puedan permitirse mandar a sus hijos a las universidades o cualquiera otros centros de estudios, como por ejemplo el encarecimiento de matrículas, el recorte de becas o un sistema educativo que dan ganas de vomitar, hacen que cada vez vayamos a peor. El favorecimiento a la Iglesia también frena la cultura, como siempre ha pasado con la religión. No se favorece ni facilita el acceso o desarrollo de ciencias ni artes, y el ataque a la filosofía los delata muchísimo.

Así tenemos a un pueblo enfrentado, impotente e inculto que da vía libre a la corrupta clase política para que hagan cuanto quieran mientras nos entretenemos criticando a uno u otro lado y viendo programas de televisión nocivos al intelecto. Así se perpetúa la tiranía de esta odiosa jauría de perros que muerden la mano de quien les da de comer. No olvidemos que en teoría, y por desgracia sólo en teoría, es el pueblo quien tiene el poder para gobernarse como desee. ¡Y lo peor es que todavía hay quien apoya esta catástrofe!


¿Cuál es la solución a todos estos problemas? No lo sé, pero desde luego no es seguir recibiendo mordiscos y sospecho fuertemente que una buena educación puede ser una gran ayuda para acabar con muchos de los problemas.

lunes, 19 de octubre de 2015

Fábula del dragón y el fénix

Una vez hubo un dragón, dedicado a mantener en equilibrio el mundo, en cierta armonía. Pero esta armonía no gustaba a un fénix porque no le permitía libertad, así que fué a hablar con el dragón y le dijo que liberara al mundo de la armonía que nada dejaba aparecer y nada desaparecer.

El dragón se negó rotundamente, totalmente convencido y dedicado a su causa, y viendo que el fénix hacía peligrar la armonía lo mató. Pero como nada podía desaparecer de ese mundo, el fénix renació y volvió a pedir libertad, pues esa era su naturaleza, nacida de la propia falta de libertad.

Una y otra vez murió el fénix a manos del dragón y una y otra vez se levantó a reclamar libertad. El dragón, cansado de ello y temeroso de perder el control sobre el mundo, decidió destruir el mundo al completo y crear uno en el que no tuviera cabida el fénix.

El fénix se enteró y decidió sacrificar su existencia a cambio de mantener la del mundo, para salvar lo bueno que se podía conseguir de él, pues sabía que en el nuevo mundo empeoraría. Ambos querían la desaparición del fénix, pero cada uno para un objetivo muy distinto.

El dragón, finalmente consternado e impresionado, tomó por última vez la vida del fénix y esparció sus cenizas por todos los rincones del mundo, consciente de que el fénix no podía desaparecer por completo, regándolo así de libertad.

Así llegó a prosperar un pueblo que dejó de lado parte de sus limitaciones como seres del mundo armónico. Pero su naturaleza armónica iba contra la libertad y el pueblo sufría, pues ésta ya era parte de su esencia. No estaba en su existencia ya sólo la esencia del dragón, también la del fénix que clamaba libertad.

Al ver cómo este pueblo nacía y moría sin conseguir su libertad, el dragón concedió al fénix su deseo y se presentó ante el pueblo para otorgarles la libertad absoluta, el total despego de la armonía. Y el pueblo respondió que no era tarea ya del dragón dar la libertad, que era el sentido de la formación del pueblo el conseguirla para todos los individuos, que ellos la conseguirían por sí.

Así el pueblo repitió entre ellos en muchas variaciones no tan distintas la historia del fénix y el dragón, una y otra vez, esperando ser ceniza algún día para su futuro de libertad.


Y así es como yo, hijo del dragón, pero heredero de las cenizas del fénix que unieron a mi pueblo, y de las cenizas de éste, escribo las palabras que arderán y serán cenizas para hacer crecer al pueblo que ha de llegar, logrando al fin la verdadera armonía, conjunción definitiva entre el fénix y el dragón, la libertad.


lunes, 21 de septiembre de 2015

El cine: Vin Diesel vs Lisa Simpson

El cine, como la fotografía y lo que yo considero otras artes, como el cómic y la animación entre otros medios poco considerados, como también el videojuego, por ejemplo, son cómo llamarlas, "técnicas" tal vez, que despiertan el debate no sólo sobre si son o no arte, sino también el del enfrentamiento entre las obras consideradas más "culturales" y las que no.

A todos, o gran parte de nosotros, nos ha pasado alguna vez que hemos hablado con alguien, incluso uno mismo, y hemos podido observar cierta reticencia a ver películas consideradas "poco cultas", por ejemplo Fast & Furious, a veces incluso un no disimulado desprecio hacia películas de este tipo, a menudo en favor de películas consideras "cultas", que por lo general sólo son películas independientes de bajo presupuesto con una abierta crítica social, generalmente a los valores de occidente.

La diferencia que hacen es, tal vez un poco generalizada, a veces hasta cómica, entre las películas de "cine-arte" y las de "cine-entretenimiento". Pero ¿quiénes hacen estas diferencias? Generalmente, al menos por estos lugares, a los que (pondré un ejemplo un poco exagerado, pero que sabeis que no lo es tanto) sólo ven cine yugoslavo sin subtítulos (subtitular es muy comercial) en V.O. , los que sólo ven cine que es en blanco y negro a posta y otras muchas cosas del estilo, cosas que ellos, esa gente, llama "cine-arte", a todos ellos, los llamamos "gafapastas".

Pero también hay muchas otras personas que no entrarían dentro de estos "gafapastas" pero que se empeñan en que el "cine comercial" es malo a la fuerza, que no tiene valores, que no es arte, que sólo busca entretener y/o ganar dinero y que por ese simple hecho, el de no ser "cine-arte", ya no puede ser considerado cine, porque este, el cine, sólo existe como arte.

Bien, digamos que el cine es arte, me ahorraré esa discusión y la daré por ganada. Ahora veamos si puede haber cine sin arte.

Yo pienso que el arte sin intención de serlo en su producción no puede llegar a ser arte y, de paso sea dicho, también pienso que se puede incluir la ganancia de dinero en la ecuación sin tener que perder la obra su cualidad de "artística". Esto deja bien llano el terreno para que el "cine-entretenimiento", independientemente de que pretenda ganar o no dinero, exista sin ser arte, sólo cine, pues, por supuesto puede ser tan artístico como quiera, independientemente de lo que digan los "gafapastas" y otros críticos.

Así, decidimos que hay cine que puede no ser arte. Es fácil, sólo tiene que, intencionalmente, serlo y seguir las técnicas derivadas de la disciplina artísitica en concreto, en este caso el Cine, y adecuarse a ellas. De hecho, así, es arte aunque no guste mucho.

Demostramos así no sólo la posibilidad de que haya cine fuera del arte y que una película "comercial" pueda ser incluso más artística (si es que hay posibilidad de "ser más artístico") o mejor como obra de arte que otras películas que se dedican "exclusivamente" a sí mismas.

Esto último, sin duda, estará crispando a los lectores más "gafapastas", ya que podría significar que Fast & Furious tuviera un mayor o mejor valor artístico que la más "indie" de sus películas favoritas o de esas a las que rinden culto por razones absurdas e irrelevantes para casi cualquiera que no sea un historiador del cine.

No trato de decir esto ni que esas películas sean malas, sólo que esa forma de pensar es estéril y sin sentido. Es tan absurdo como negar y criticar las fotografías tomadas como recuerdo porque "no son artísticas", decir que "no son fotografía" o decir que, a la fuerza, "son arte". Es absurdo.

Hay que entender que una técnica, como hemos acordado en llamar, puede ser o no arte. Incluso en "artes tradicionales" como la arquitectura ocurre que hay "obras de arte" arquitectónicas y hay simplemente "productos" de esa técnica.

No todo el cine es arte, ni todas las películas "comerciales" deben dejar de llamarse "cine". Tampoco son mejores o peores sólo por ello, éso lo deciden los que saben sobre las técnicas de la disciplina artística que llamamos cine, lo deciden los investigadores, los historiadores del arte y desde luego no un crítico cualquiera.


"I am older than time itself" Los simpsons.



lunes, 7 de septiembre de 2015

Moral: del conocimiento a la educación

Si hubiera dos seres omnisapientes, no se comportarían igual. Cada uno conoce, sabe, interioriza de una manera. El conocimiento no es el único motor de la moral, aunque la pone tanto en movimiento como la moral al conocimiento.

El conocimiento, por sí solo, no puede ser "el bien", el fin de cada uno, la Felicidad, pues aún siendo esto totalmente subjetivo, hay otras partes que son inherentes a todo ser humano, como la política.

La política, eso sí que es algo no sólo inherente y necesario en todo ser humano sino que también un motor ineludible de camino a la Felicidad, igual que lo es cubrir las necesidades más básicas inherentes e ineludibles a nuestra condición de seres vivos.

Además, la política es un modo de asegurar que estas necesidades se cubran correctamente. Definitivamente somos, nosotros, nuestra especie, el Hombre, Zoon Politikón. Con la política somos capaces de ayudarnos unos a otros, repartir tareas, funciones, intercambiar útiles, ayudarnos, apoyarnos, enseñarnos, etc. La política es un medio necesario para mejorar nuestra vida, para colaborar adecuadamente con el objetivo de cubrir no sólo bien, sino también confortablemente, nuestras necesidades básicas y dedicar así tiempo a otros asuntos.

Pero tampoco creamos que con sólo la política basta para la Felicidad. La política es sólo un paso que cumplir para lo que sigue, un medio para continuar el camino. Pero sí podemos decir algo, que la moral es, por tanto, indispensable para nosotros, los humanos, para que encontremos la Felicidad. Y para desarrollarla bien necesitamos el conocimiento, entre otras cosas, es decir, la ética.

La moral para todos, el conocimiento para la moral, la ética para individuos, la política para sociedades, sociedades compuestas por individuos, individuos morales, individuos que conocen.

Pero también necesitamos el estudio de la moral, su conocimiento, la ética y política, para crear y garantizar un equilibrio respetuosos entre ambos, individuos y sociedad. Se necesita una herramienta, el Derecho. Y el Derecho se regular desde el Poder, que debería ser la Constitución, lo que une, forma, funda y fundamenta el y al Pueblo, la Sociedad, la Nación. Entonces, hay que estudiar la forma y contenido del Derecho para garantizar la felicidad individual y colectiva, para todos y para nadie.

¿Habría que hacer política desde el primer derecho de la sociedad? Lo que está claro es que la sociedad se construye en torno a individuos con su propia moral y su propio conocimiento, con su propia ética, y que estos individuos construyen la sociedad desde un acuerdo primordial, no reglado al uso, pero que hace surgir una conformidad entre los individuos. Tal vez se pueda llamar un Contrato Social, lo que sería un Derecho Primero. Así que sí, desde ahí se debería hacer política, porque ahí, en el Contrato Social, ya se está organizando la sociedad. Desde ahí se hará política y con ella cambiará el derecho, cambiará la sociedad, cambiarán los individuos, cambiarán las éticas, cambiarán las morales.

Pero sabemos que sólo el estudio no sirve, pues mientras estudiamos un problema, llega el momento ineludible de la decisión y ¿qué hacer si el problema y la decisión que conlleva no se pueden retrasar? ¿A qué hacemos caso entonces?

Mientras no podemos contar con la moral tenemos que confiar en algo peligroso, la emoción, que está profundamente enraizada en nuestra parte animal, instintiva, a-racional. Es entonces deseable que la emoción esté construida socialmente para "el bien", es necesaria entonces la Educación.

martes, 4 de agosto de 2015

La impotencia de la omnipotencia

Pensemos en la omnipotencia, sí, esa cualidad que te permitiría, de existir, poderlo todo. Este poder todo, como cualquier cosa planteada como "absoluto" tiene la cualidad de plantearse como paradójico.

La paradoja de la omnipotencia sería la de poder algo que un ser omnipotente no pudiese, o crear un límite a su propio poder, despojando así este límite la omnipotencia al ser omnipotente. Como alternativa, no poder esas cosas que la omnipotencia no pudiera, haciendo de nuevo que no hubiera omnipotencia.

Sin embargo, aquí veo yo un problema de formulación. Hablamos de poder y no poder, pero tenemos que plantear primero qué es lo posible, porque la omnipotencia no podría todo realmente, sólo lo posible. No sirve poder hacer posible lo imposible, porque no es posible y por tanto no rompe la omnipotencia. Entendida así, la omnipotencia es posible

Entonces, dada así la omnipotencia no se puede decir que un ser omnipotente no podría, usando el ejemplo clásico, crear una piedra tan pesada que ni él pudiera levantar, pues si no la levanta no es omnipotente y si no la crea tampoco.

¡Oh, qué pena! Parece que escucho el relamerse los labios de algunos traidores a la humanidad. Pero quienes sean mis aliados, que no desesperen, pues ahora viene lo mejor. Y es que si aceptamos la omnipotencia como decimos, única manera de salvarla, también implica aceptar que esa omnipotencia obedece a lo posible, a unas leyes ya dadas. Así que no puede haber omnipotencia en un ser que no obedezca una regulación. No puede haber lo que llamamos dios entendido como un ser que no obedece norma alguna, pues la omnipotencia te hace inexistente o esclavo de normas más allá de tu alcance.

lunes, 27 de julio de 2015

La gallina y el huevo de la consciencia

Sobre los objetos de la ética, no la moral como objeto de estudio de esta disciplina, sino sobre los objetos de aplicación de normas, valores, principios, sistemas, leyes o lo que se quiera hacer de la moral. Sobre estos objetos, cómo saber si se tiene validez. Quiero decir, cómo puedo hacer a otros partícipes de mi moral, esperar que cumplan con lo que establezco para ellos como objeto, como Otro, si es bastante obvio que ni somos iguales ni la moral puede establecerse como algo objetivo, universal.

En la moral puedes saber qué esperas de tí con respecto a lo Otro, personas, animales, instituciones, medio ambiente... pero no puedes establecer esos principios para los demás. Lo más cercano, y desde luego lo más lejos que se puede llegar de camino a la objetividad es la intersubjetividad. Hasta ahí llega el límite en el que puedes contar como objeto a una persona, y con respecto a un Otro común, incluyendo a las dos partes, es lo más cercano a lo objetivo.

Incluso cuando te tratas a tí como objeto en realidad te tratas como objeto en cuanto que eres un Otro para el Otro, pues tú y tú mismo sois uno y sólo te tienes como no-Otro en tanto que hay Otro. Es decir, tú como sujeto sólo puedes tomarte en tanto que hay Otro, sujeto como Otro propio. El Otro fundamenta tu Yo y con el Yo fundamentas el Otro, es un círculo vicioso que viene a afirmar lo que hay que dar previamente por afirmado, que hay Otro y hay Yo.

Al menos en una posición extrema podría un ser moral, un ser humano, actuar sin consideración de ningún otro excepto el propio yo, pero no hace falta decir que sería una farsa, pues no puede un hombre, no sé si por una limitación de corte metafísico o gnoseológico, tal vez ambas, o acaso simplemente por constitución física o biológica, tal vez ambas, o incluso tal vez ambas, pero un hombre no puede vivir sin un Otro y no hablo aquí de existentes vivos, sino de todo.

El hombre es incompatible con la nada, el hombre es un ser moral que busca un objeto incluso fuera de su propio Yo y en su propio Yo, busca hacerse su propio Otro o tal vez su Otro-Yo.

El problema que me queda ahora entre los dientes es saber qué se da antes, si el Otro o el Yo, porque aunque sólo te puedas tomar como Yo en tanto que hay Otro ¿cómo saber que hay Otro si no hay ya un Yo?

lunes, 20 de julio de 2015

Reflexión, espejo del Yo

¿Y si me pongo a contar una historia sobre mí mismo? Si lo hago, ese Yo de la historia no puedo ser Yo, pues estoy contando la historia, no viviendola. El pasado ya no existe más, y mis recuerdos no son mi presente, mi único momento de existencia. Sin mencionar que los recuerdos muchas veces no se corresponden con los hechos tal y como sucedieron.

Cuando uno se mira no está realmente viéndose, está mirando a un Yo que fluye continuamente, que muta y se transforma en sí mismo a cada momento. En la introspección, en la reflexión, uno se vuelva sobre sí y podríamos decir que ese Yo mirado no es el Yo que mira, ya que el Yo mirado no se está mirando.

Así, entonces, no podríamos nunca hablar de un Yo, sólo de alguien que ya no existe y del que devenimos. Pero no devenimos de la nada, somos algo que deviene en otro algo y al momento deja de ser. Es un continuo autodevenir y la reflexión nos ayuda a que la proyección que hacemos de nosotros mismos, lo que somos, sea más valiosa, más refinada.

La reflexión nos da una consciencia del Yo, permitiendo así que realmente exista ese Yo, que no seamos gente sin identidad que vaga por el mundo sin saber dónde tiene los pies. La reflexión es lo que permite descubrir que puedo contar una historia de mí mismo, la reflexión me descubre, la reflexión trae el Yo y trae el Otro.

domingo, 12 de julio de 2015

Ateísmo: 7 reflexiones

¿Qué es el ateísmo? Hay muchas personas que se declaran ateos por no seguir una religión, otros por no preocuparle la existencia o no de algo así, otros por rechazar una religión en concreto... En fin, hay mucho jaleo en torno a la palabra "ateo" que incluyen a no religiosos, agnósticos, no espirituales y una multitud de personas que parecen no tener nada en común. Bueno, la definición estándar diría algo así como "ateo es aquel que niega la existencia de algún dios". Yo voy a tratar de dibujar el concepto de ateísmo con algunas reflexiones. Entonces paso a ¿qué es el ateísmo para mí? Pero lo importante es ¿qué es para vosotros?

1.-La voluntad:
Para ser ateo, como para ser cristiano, budista, filósofo o fan del Barça, hace falta tu decisión interna, una posición, mover tu vida con un rumbo. Hace falta tu propia voluntad, así que dentro del ateísmo no podríamos incluir a niños que aún no han sido adoctrinados o convencidos por nadie, que aún no han decidido, aunque sea por dejarse arrastrar o por estupidez, la fe de ninguna de las maneras. Para ser ateo debes elegir ser ateo por propia voluntad.

2.-La fe:
Para ser ateo debes rechazar la fe en algún dios. No sirve pensar que es más probable que no exista o que aunque exista pasas de su existencia para centrarte en la tuya. Para ser ateo hay que declarar totalmente convencido que no hay dios alguno, no vale excusarse en que no puede demostrarse la no-existencia, hay que declarar que no hay posibilidad alguna de la existencia de algo así aunque no pueda probarse empírica o racionalmente o de cualquier otra manera ni su existencia ni su no-existencia.

3.-Lo sobrenatural:
Igualmente, la postura anterior nos lleva a que para ser ateo no se puede creer en dragones, hadas, unicornios o teteras voladoras. Para ser ateo hay que rechazar la creencia en lo ridículo, rechazar los mitos, supersticiones y leyendas tanto de corte religioso como de corte simplemente fantástico.

4.-El Algo:
Hay mucha gente que dice no creer en un dios, pero que cree que hay un Algo, una fuerza más allá de nuestra comprensión que quizás sea un destino, quizás las leyes físicas, quizás un observador... depende de la persona le atribuyen unas cualidades u otras, algunas más sobrenaturales (la mayoría) y otras más normales. Pero para ser ateo hay que rechazar la creencia en Algo también, si sientes la necesidad de que exista Algo, aunque sea en momentos de crisis e incluso así pienses que es una tontería, entonces no eres ateo. Destino, suerte, fuerzas desconocidas... hay que rechazarlo todo.

5.-La religión:
El ateo no sólo rechaza la creencia personal en un dios, lo sobrenatural o en Algo. El ateo rechaza la creencia en religiones, no sólo como portadoras de un mensaje teísta, también como instrumentos que mueven tu vida. El ateo construye su propia moral, sin depender de ninguna organización, aunque esta no presente ningún dios al que adorar.

6.-La muerte:
La muerte no es excusa para un ateo. Puedes aceptarla de buena gana o de mala, pero el ateo la acepta, se sabe mortal. Encontrar una excusa para reconfortarse no es cosa del ateísmo, ya sea vida tras la muerte en otro lugar o en otro cuerpo, como en la reencarnación. Pero tampoco sirve eso del "polvo eres y en polvo te convertirás", digo... "átomos eres y en átomos te convertirás". Lo que quiero decir es que aquello de buscar una especie de no-final para tu existencia es inaceptable para ser ateo. El ateo acepta que su existencia acaba con su muerte, aunque perduren su polvo, sus átomos, sus genes, sus proezas o lo que quiera decir cada uno.

7.-La acción:
El ateo no sólo sigue lo anterior y deja que los demás hagan lo que quieran, que crean o no en dioses, el ateo no sólo está convencido de la inexistencia de un dios, sino que rechaza totalmente la creencia en ello. Es decir, que no contempla como válidas las creencias en ello de los demás, rechaza totalmente la fe y la ataca. Un ateo nunca diría "yo no creo en un dios, los demás que elijan ellos, a mí me da igual", un ateo desearía que nadie creyera en nada, optaría siempre por la extinción total de cualquier opción de fe o posibilidad de ella. Un ateo nunca respetaría las creencias de los demás, porque un ateo no las quiere para él ni para nadie.


Entonces, qué es ser ateo para mí, pues el rechazo total a la creencia y a su posibilidad y vivir conforme a ello. Si de verdad eres ateo, querido lector, rechazarás totalmente mi definición y reflexionarás sobre ello para encontrar la tuya propia, que no tiene necesariamente que ser diferente. Los ateos somos subjetivos, pero no estamos perdidos y solos. Podemos vernos siempre ahí, en la intersubjetividad.

lunes, 6 de julio de 2015

¿La ciencia lo opuesto a la religión?

Si hablamos de religión como una creencia, como un sistema de creencias al que unirse, por tradición, por fe, por cualquiera que sea la razón para unirte a una creencia, y no hablamos de religión como la institución, con su burocracia interna, sus miembros, sus declaraciones, entonces, hablamos de religión como un conjunto de valores y normas morales.

Es un sistema moral, uno al que se llega, se dice que se llega, por fe y que por nada puede ser alterado. No tiene ningún fundamento, no admite crítica ni cambio, es un completo dogma.

La ética, por otro lado, es un estudio de la moral en todas sus vertientes, incluidas morales religiosas. Pero es sólo un estudio, no establece nada excepto la reflexión. La ética está para encontrar principios, valores, normas, lo que queramos para construir nuestros sistemas morales, nos dan un fundamento para establecerlos, para construirlos, y siempre quedan abiertos a cambio, pues en la ética es uno mismo el responsable del cambio, uno mismo se encarga de estudiar cada situación e interiorizarla, abstraerla, generalizarla o hacer con ella cuanto se desee para transformar la propia vida en una forma de acción, en una moral. En la ética no tiene cabida el dogma.

Es por todo esto que la alternativa a la religión no es la ciencia, como orgullosamente declaran algunos ateos y sucedáneos. La alternativa es la ética, es el rechazo al dogma, es el pensamiento, es la razón, es la filosofía.

La ciencia no se opone en absoluto a la religión, pues versa sobre lo empírico y nada más. La ciencia no tiene nada que ver con la moral, tiene que ver con el conocimiento y sólo ahí le pertenece confrontar al dogma y a la no-fundamentación. La ciencia es un camino, y no el único, que puede enfrentarse a la fe en el terreno del conocimiento, pero en el terreno de la moral la ciencia ha de callar, no debe ni puede hablar, mucho menos confrontar a nadie.

La religión es un mal terrible para la especie y la ciencia es una de las herramientas que debemos usar para extinguir ese mal, pero igual que no se puede, o no se debe, usar unos alicates para cocinar, tampoco se puede usar la ciencia para el terreno de la moral.

La ciencia debe dejar de ser tan orgullosa, de creerse tanto la disciplina única, y confiar en otras disciplinas las tareas para las que no está hecha. En este caso debería confiar en su hermana mayor, o acaso su madre, la filosofía, para llevar a cabo las tareas de ética que deben desterrar el dogma moral y la religión.

lunes, 29 de junio de 2015

Ciencia, sociedad y responsabilidad

El avance, el progreso que hace tiempo postulaban, preveían, vaticinaban, soñaban nuestros ancestros, vivos y muertos ha llegado, sigue llegando cada muy poco tiempo, antes incluso de poder soñarlo. Es muy fácil advertir en los últimos años, en lo que se viene llamando la Edad Contemporánea, ciertos hechos que sirven como hitos históricos, buenos y malos, como la conquista del espacio exterior, la bomba atómica, internet. Son hechos que sin duda marcan un avance, un progreso. Pero este progreso es sólo tecnológico, científico.

Siendo así no es de extrañar que hay tal descompensación entre este progreso y el progreso social, social por llamarlo de alguna manera. Está claro que la batalla, o la carrera, la ha ganado la ciencia y la ha perdido la sociedad, creando monstruos como uno de los hitos mencionados antes, la bomba atómica.

Tenemos una tecnología para la que, como sociedad, no estamos preparados aún, para la que la humanidad no está lista. Nuestra especie no ha desarrollado tanto la moral, la autocomprensión, la vida social y política, una cultura a la altura de la tecnología.

Este desequilibrio produce efectos como la desinformación a pesar de tener abrumadoras cantidades de información a nuestro alcance, no estamos preparados para asimilar la tecnología tan rápido como surge. Por ejemplo, buscamos una respuesta en internet, entre una cantidad enorme de información, y apenas seleccionamos, no nos paramos a pensar sobre la validez, la calidad de la información. Aún seguimos anclados en el "toda opinión es válida y correcta".

Nuestro desarrollo está basado sólo en nuestra ciencia, dejando de lado todo lo demás, dejando de lado aptitudes y actitudes que necesitamos para compaginar correctamente el avance científico con nuestra cultura.

No estamos preparados para compaginar tecnología de hace años con nuestra sociedad, y antes de que nos demos cuenta ya hay nueva tecnología. Todo esto da lugar a fenómenos tales como la tecnofobia, pero también a otros como la tecnodependencia. Da lugar al planteamiento de dilemas y problemas éticos y políticos que no da tiempo a tratar adecuadamente antes de que otros surjan gracias a una tecnología que emerge más rápido que la cultura necesaria para implantarla adecuadamente en la sociedad.

Ahí está la cuestión, el problema, arrojar a nuestro mundo el artefacto sin pararnos a pensar sobre las consecuencias de ello. La ciencia sólo por la ciencia y sin el ser humano. ¿Qué hacer? Construir una ciencia responsable, una ciencia que investigue aquello para lo que estamos preparados y espere al debate sobre los usos de una tecnología antes de usarla. Una ciencia que deje de ser altanera para volver a tener un lado humano, una filosofía que la respalde.

lunes, 15 de junio de 2015

Sin república no hay democracia

Pensemos en la democracia, la democracia tal y como se aplica en España, una democracia simplemente en la que "el pueblo ha decidido X" signifique "una parte del pueblo ha decidido, pasando por encima del resto, X". Sólo así, sin ir más allá, sin percatarnos del valor del voto de cada persona, sin percatarnos de la partitocracia que gobierna oligárquicamente. Usemos sólo el sistema de mayoría para la toma de decisiones, entendamos así, para lo que sigue, la democracia.

Bien, una vez tomado ese concepto de democracia, ese concepto que casi hacer vomitar, indaguemos un poco en busca de una respuesta. Una respuesta sobre lo democráticas que pueden ser la república y la monarquía.

La república se adecúa perfectamente a la democracia, es fácil verlo. Se proponen presidentes de la República y se elige uno cada cierto tiempo, exactamente igual que se elige al presidende del Gobierno. Pero no es así con la monarquía, la monarquía llega al puesto por herencia, nadie elige ni puede elegir al rey. No se puede quitar o poner a quien se quiera como rey, es totalmente antidemocrático entonces, es un sistema que exige la no-elección.

Llegados a este punto ya podemos ver claramente que no puede haber democracia sin una república, pues sin república no hay elección. Bien, pero si hay que elegir también habrá que elegir si se quiere la república o se quiere la monarquía ¿no?

Imaginemos que se diera a elegir, y se eligiera, como probablemente pasaría en España, la monarquía. Habría entonces que volver a celebrar estas elecciones cada poco tiempo, pues lo que el pueblo quiere en un momento puede no quererlo en otro, no sólo por cambio de mentalidad o cualquiera que sea su razón para elegir la monarquía, sino porque el pueblo mismo ya no sería el mismo, habría, sin duda, nuevos ciudadanos con derecho a participar en esta democracia.

Está claro que si no vuelves a dar a elegir estás acabando con la democracia. Así que realmente dar a elegir entre monarquía y república cada cierto tiempo sería como dar a elegir entre un candidato que tiene el título de rey y otros muchos entre los que quizás también se puedan encontrar títulos, inclusive el mismo de rey, pues nada impediría a un rey presentarse como candidato a Presidente de la República.

Pero hay otro problema, pues mientras está proclamada la monarquia y no llega el momento de permitir a los ciudadanos elegir de nuevo entre monarquía y república, el rey podría ceder su puesto como jefe de estado, como rey, a su sucesor. Nada se lo podría impedir, pues en la monarquía los ciudadanos no tienen derecho a decidir, así que tendríamos como rey a alguien por el que no escogimos la monarquía. Tal vez se podría establecer que en un momento así se tendrían que celebrar unas elecciones para ver si el pueblo quiere seguir con la monarquía o pasarse a la república.

Todo esto no sólo es ridículo y posiblemente un problema económico, de confusión en las relaciones externas y puede que incluso para instituciones internas, sino que además no tiene sentido para llamarse democracia.

Elegir una monarquía es elegir la medida antidemocrática, no vale hacerla democrática, pues en cuanto se pueda elegir al jefe de Estado estás en un sistema democrático, en una república. Lo mismo sería dar a elegir entre poder votar y no poder votar, aunque pretendamos al cabo de un tiempo volver a dar la opción de votar para decidir si queremos poder votar o no poderlo hacer, no tiene sentido.

El rey puede tener tanto como quiera su título de rey, simbólico o con privilegios, eso lo elegiría el pueblo, pero de ninguna manera puede haber una monarquía. El jefe de Estado tiene que ser elegido para que hablemos de democracia. No se puede dar la opción de que el jefe de Estado sea elegido por nacimiento, eso no es democrático.

Entonces, la república es una condición indispensable de la democracia, una condición sin la que no puede darse de ninguna manera una democracia. Ni una democracia, tal y como la hemos definido ni una verdadera democracia.


¡Viva la República!

martes, 2 de junio de 2015

La mili

La mili, el servicio militar obligatorio, que en España fué retirado hace sólo unos catorce años. La mili, que puebla y forma parte de muchas historietas y batallitas de muchos hombres españoles. Algunos la recuerdan como algo terrible, otros la recuerdan como algo fantástico, otros la recuerdan como algo sin importancia en su vida, otros no la recuerdan. Pero quiero centrarme en aquellos que, recuerden lo que recuerden, creen que la mili es necesaria.

Hay muchos hombres que piensan que la mili es necesaria en la formación de "un verdadero hombre" y achacan el aumento, desde aquellos días, de "debiluchos", de "gamberros", de "sinvergüenzas" y un montón de "problemas" más a que no han pasado la mili.

No es raro encontrarse en cualquier bar, o en cualquier lugar donde se pueda escuchar las conversaciones ajenas, a personas defendiendo totalmente convencidas la mili. No comprendo si lo hacen porque "los viejos tiempos siempre fueron mejores", porque "los hombres deben ser fuertes y bestiales", porque "el ejército es una gran cosa" o por alguna otra tontería. El caso es que hay quien la defiende pese a que sus excusas para defenderla tiemblan tanto que ellas mismas caen al suelo.

Hay mucho de la mili que no me gusta. Lo primero es la obligatoriedad, la autoridad con la que el poder decide sobre tu voluntad (claro que si eras de clase social alta te podías librar, si alguien muere que sean los pobres, siempre son los pobres quienes salen perdiendo). Tomando los tiempos de quienes hablan actualmente de ella, de la dictadura de Franco claro que no se dice nada, al fin y al cabo era una dictadura, podían hacer contigo lo que quisieran. Pero tras el fin de la dictadura aún hubo muchos años de mili... Ese poder para obligar a hacer algo es escalofriante, algo barbárico a mi entender para nuestros tiempos.

Lo segundo, y último para esta pequeña entrada, es el concepto de militarización que implica. El ejército es algo absurdo y un gasto impresionante de dinero. Peor aún, un malgasto impresionante de dinero. Mantener a toda una generación de jóvenes para formarlos militarmente es algo muy caro, más caro incluso que estúpido.

En España ya no hay mili, pero aún hoy, en el año 2015, hay muchos lugares donde la mili sigue en funcionamiento y a mí me parece muy mal, me parece fuera de lugar en nuestro tiempo, más aún de lo que ya fué en otros tiempos. Claro, que la mayoría de los países donde aún sigue vigente el servicio militar obligatorio, y son ya muy pocos, también me parecen un "aparte" en nuestro tiempo.

lunes, 25 de mayo de 2015

La oligarquía de los partidos

Democracia, lo que actualmente llamamos democracia, esa farsa. Decimos que gobernamos todos, todos y cada uno de los ciudadanos, pero no es así. Lo que hacemos es delegar nuestra voluntad de gobierno en un conjunto de personas. Claro, en una democracia a un nivel tan amplio como un país, aunque sea tan pequeño como España, es imposible que todos y cada uno tomemos parte en las decisiones sobre el gobierno, así que no queda otra solución que reducir el número de personas que se encarguen del gobierno y que ellas se hagan cargo de representarnos.

Pero una vez elegimos a nuestros representantes, de una forma odiosa como es el sistema de voto que usamos, en el que una persona vale más que otra, en el que las listas de los grupos están cerradas, en las que las opciones son tan reducidas y rígidas, entonces es cuando perdemos el poder y lo cedemos por completo a esas personas, que ya no tienen que darnos cuentas, no nos representan, sólo nos gobiernan bajo su propia voluntad.

Desde que votamos lo único que nos dejan hacer es escuchar sus mentiras, sus excusas, sus amenazas. No nos tienen en cuenta para nada excepto para conseguir de nuevo nuestro voto, y no quieren conseguirlo cumpliendo con las promesas por las que recibieron el voto, sino con medidas populistas y demagogia.

Los partidos obedecen a una burocracia de poder que intenta perpetuar sus intereses y la forma mediante la que han alcanzado el poder, los partidos trabajan por los partidos únicamente. Sólo atacan a otros partidos y los culpan de sus propios errores, nunca toman responsabilidad.

La democracia, lo que llamamos democracia, no es tal, es una oligarquía, una oligarquía de los partidos, una partitocracia total y absoluta donde el individuo no cuenta, sólo su voto. Esta democracia no es representativa del ciudadano, es representativa únicamente del partido.

martes, 19 de mayo de 2015

Tu país, tu cultura

Cuando vas a darte cuenta de tu pertenencia a un país ya es tarde para elegir. Si perteneces a un país, es muy complicado abandonarlo y unirte a otro, tienes que adaptarte a su cultura, a su modo de vivir, a su mundo. Tienes que aprender un idioma nuevo, comprar una casa, conseguir un empleo... Hay muchos problemas para un ciudadano común a la hora de cambiar su país. Normalmente naces en un país y vives ahí, asimilando esa cultura. Luego es difícil cambiarla. A mí me parece que es muy difícil abandonar tu país para ir a otro.

Hay mucha gente que dice cosas como "Si no te gusta este país, vete a otro", y lo dicen como si fuera algo fácil. A mí me parece que esa concepción del "Así son las cosas, si no te gustan vete" es molesta. Normalmente no puedes hacer algo así tan fácilmente, tienes muchos problemas para irte y también muchos motivos para quedarte, como familia, amigos, tal vez trabajo, una comodidad social mínima...

Gracias a la globalización es más fácil vivir en cualquier otro lugar del mundo sin abandonar del todo lo que dejas atrás, pero sigue siendo insuficiente. Además, me parece muy conformista, quizás incluso derrotista esa actitud. No sólo la actitud de "Aquí las cosas son así" sino también la de "No me gustan las cosas aquí, me voy". ¿Dónde queda el intentar cambiar las cosas? Quizás a veces se queda un poco grande esa tarea, pero siempre se puede intentar el cambio.

De todos modos, la globalización también ha traído varias cosas "malas" y si en tu país había algo que te moleste tanto como para abandonarlo y lo suficientemente grande como para no poder cambiarlo, como un sistema político, la democracia por ejemplo, seguramente a donde vayas te encuentres con el mismo problema.

A veces uno no quiere irse de su país para encontrar otro donde tienen lo que busca, sino tener lo que busca en su propio país. Por ejemplo, en mi caso, no me gusta la monarquía en España, pero no quiero irme a un país sin reyes, lo que quiero es hacer una república en mi propio país, no quiero conformarme ni quiero abandonar, por muy grande que sea el asunto.


En definitiva, a veces no es una buena solución huir de los problemas.

martes, 12 de mayo de 2015

La inocencia de la niñez: Rousseau vs Aristóteles

Cuando uno es niño, cuánta libertad, cuánta igualdad, cuánta sinceridad. Pero no pasa mucho tiempo para que, al crecer, aún sin dejar de ser niños, las perdamos. Cuando crecemos empezamos a sentir el mundo muy pequeño, a resignarnos y a rebelarnos. Cuando crecemos empezamos a interiorizar los prejuicios de nuestro alrededor, a despreciar por cosas que nunca nos habían importado, a separar. Cuando crecemos empezamos a mentir, a ocultar cosas, a guardar secretos.

Es imposible no darse cuenta de la influencia de nuestro entorno, nuestra cultura, nuestra educación. No surge el principio de un racismo, un sexismo, de la discriminación, hasta que no descubrimos, o nos descubren, que a las personas "menos semejantes a ti" hay que tratarlas peor que a las "más semejantes". No queremos más libertad de la que tenemos hasta que no nos privan de ella, nos castigan, nos controlan. No hay necesidad de mentir, ocultar cosas o arrepentirse hasta que no descubrimos, o nos descubren, que sólo tenemos que hacer "lo que está bien".

Nuestra cultura nos roba la libertad, la igualdad y la sinceridad. Nuestra cultura las redefine de un modo a veces estúpido, a veces cruel, a veces autoconservador, a veces todas ellas. Son los niños más pequeños, por ello, quienes mejor son capaces de sentir el mundo humano. Para ellos libertad y sinceridad son una, hacen lo que les apetece porque realmente les apetece. Y la igualdad es una palabra estúpida en su mundo, para ellos todos los niños son hermanos, todos son niños con quienes jugar y divertirse, no les importa si uno es musulmán y otro judío, si uno es amarillo y otro albino, si uno es niño y otro niña, si uno es rico y otro pobre. Están libres de prejuicios y eso los hace aún más libres.

La inocencia de la niñez que aún no ha sucumbido a los valores inculcados por la sociedad es el elemento que más felicidad, en el sentido simple de la palabra, puede otorgar. Incluso su contemplación pareciera que nos hace felices a quienes ya no podemos ser niños del todo.

A una sensación parecida debía referirse Rousseau con su utilización del "Buen salvaje" para venir a mostrar que somos, que el hombre es, "bueno" por naturaleza y que es la sociedad la que nos corrompe y hace surgir "la maldad". En parte estoy de acuerdo con él, estoy de acuerdo en que la sociedad nos cambia, en que la sociedad nos da valores que generalmente llamamos "malos" y nos roba los que generalmente llamamos "buenos".

Pero estaba muy equivocado por otra parte, pues ¿qué es el hombre si no está en sociedad? Ya decía Aristóteles que el hombre es un Zoon Politikón, un animal de la polis, de la ciudad, de la sociedad. Por eso es que hay que buscar nuestros "buenos valores" en sociedad, como hombres, pues podemos dejar de ser niños para ser bestias o para ser hombres, y ser hombre, ser Zoon Politikón es el mejor tipo de bestia que podemos llegar a ser, pues no podemos ser dioses.

martes, 5 de mayo de 2015

Caminante, no hay camino

Pasado, presente y futuro. Todos sabemos a qué nos referimos si usamos alguna de estas palabras, pero ¿hay algo que nombrar con ellas? Es decir, ¿referimos algo existente en el mundo? Mi respuesta, no. Yo pienso que con esas palabras referimos a ellas mismas, al propio concepto que implican, pero no a algo existente con independencia del lenguaje, con independencia del hombre.

¿Y el futuro? Ya vendrá, está viniendo. Si viene se acaba, no es ya futuro. Creer en el destino es sumamente ridículo, creer que puedes predecir un suceso cualquiera también, nunca se tiene completa certeza del futuro. No podemos verlo porque no existe y si lo llega a hacer ya no será futuro sino presente.

¿Y el presente? Es el ya, el ahora mismo, el instante. Entonces, se nos escurre, no cesa de hacerse pasado, se agota antes de captarlo, es sólo un movimiento desde el futuro al pasado.

¿Y el pasado? Ya fué, luego no existe nunca más. No hay pasado, pues pasado está. Cuando algo ya ha ocurrido no queda ahí, en un extraño lugar ocurriendo por siempre, los viajes en el tiempo son ridículos. No se viaja en el tiempo, se viaja en el espacio.

Como dicen los célebres versos de Machado:

"Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.

Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar."

Y como dijo Platón en el Timeo "Hay ser, espacio y devenir".

lunes, 27 de abril de 2015

Derechos Humanos y derechos humanos

¿Cómo puede haber derechos humanos? Es decir, derechos tales como los Derechos Humanos, con una pretensión de universalidad tal como tienen. ¿Cómo puede haber una norma para todos y cada uno de los seres humanos?

En principio tenemos, los humanos, aquello que llamamos moral. La moral se puede aplicar a varias disciplinas, entre las que encontramos el Derecho, que no es más que una positivización de la moral con unos fines, ya no individuales, sino comunes. Algo a medio camino entre la ética y la política, pero que sólo funciona en última instancia con normas morales positivizadas.

El derecho, es entonces, en su carácter positivo, una moral geometrizada. Una moral que, a mi entender, es imposible. Es imposible porque cada ser humano, cada individuo, tiene su propia moral, por lo que es imposible encontrar una moral universal.

Otra cosa es encontrar una moral universalizable, que funciona muy bien individualmente, para aquellos que lo pretendan, pero que tampoco sirve como axioma para todos.

En fin, que habría que revisar individuo por individuo sus normas morales para establecer alguna, si la hubiera, como norma común. Y si hubiera alguna norma que todos y cada uno de nosotros hubiesemos decidido respetar no sólo no asegura que futuros humanos también la respeten, sino que además no tendría sentido establecerla en un sistema de Derecho, pues ya estaría en un sistema mucho más elevado y al que respetamos más que ninguno, nuestra propia voluntad.

Entonces queda como una tarea sin sentido el establecer derechos humanos. Otra cosa son los derechos y el Derecho de cualquier organización, desde un grupo de amigos a la ONU, incluyendo sus Derechos Humanos, pues el Derecho, por definición, es un sistema comunitario.

Lo que quiero decir es que los Derechos Humanos tienen sentido como Derecho, como una cristalización de una moral hecha, supuestamente, para todos y para nadie. Una moral geometrizada, positivizada para actuar como pilar del grupo, en este caso, la humanidad. Y, por el contrario, los derechos humanos, no tienen ningún sentido, pues no pueden darse.

El Derecho debe ser tratado como Derecho, es decir, teniendo en mente que es un mero instrumento y que no debe ser usado bajo ningún concepto de forma absoluta y rígida. Así es como deben entenderse los Derechos Humanos y no como derechos humanos, pues no pueden llegar a serlo.

lunes, 20 de abril de 2015

Sexismo positivo, el nuevo sexismo

Machismo. Esa es la causa que algunas mujeres señalan como causa de algunas de sus situaciones de inferioridad, dicen, en varios ámbitos. Desde la mentalidad general a cosas más específicas como la imagen de la "mujer-ama de casa" en el ámbito doméstico o la "mujer-sólo apta como ayudante" en ámbitos de ciertos sectores profesionales.

Cierto es que, a mi juicio, la igualdad de condiciones entre sexos, o acaso sería ya más acertado hablar de géneros, debiera estar ampliamente extendida a muchas situaciones que no son más que herederas de la tradición o de cosas verdaderamente malas y dañinas que no se curan con el paso del tiempo.

No voy a tratar aquí estos problemas, sino uno surgido de las entrañas de nuestro presente, de nuestra sociedad. Un problema que no es heredero de tradiciones, naturalezas o cualesquiera sean las causas que se señalen como culpables de la desigualdad de género. Es el problema del sexismo positivo.

Es el mismo problema que el racismo positivo o cualquier tipo de disciminación que podemos catalogar de "positiva". Delimitemos un poco el concepto para hacerlo más claro:

Imaginad, tampoco es difícil, que un género "A" discrimina de alguna forma a otro género "C". A esta discriminación la podemos llamar sexismo, pues la causa consciente de "A" para discriminar a "C" es el género. Ahora bien, veamos qué pasa cuando "A" considera que "C" no se vale por sí mismo y necesita ayuda, rompiendo la igualdad de nuevo, pero esta vez para favorecer a "C". Sigue siendo una discriminación, sexismos, pero esta vez "positivo" pues funciona a la inversa.

Este es un gran problema en nuestro tiempo, el querer a toda costa demostrar que no somos sexistas, racistas, clasistas, etc. A tanto llevamos estas ansias de demostrar que no somos discriminadores, que nos volvemos, si es que no lo éramos ya. "Está de moda" decir que las mujeres o tal otro género está discriminado, y no digo que no lo esté, que no se nos ocurre otra que cosa que "ayudar".

"Las mujeres tienen menos posibilidad de ser contratadas en una empresa. Hagamos que una cantidad determinada de los puestos deba estar destinada a mujeres." ¡ZAS! Bofetada a la mujer. O al menos eso creo yo. Me parece un "pobrecita, que no puede, hagamos un sitio para ella".

Esa no es la solución, si lo que se pretende es igualar las posibilidades de todos los géneros, en este caso hacer que la mujer pueda optar al mismo puesto que un hombre, lo que se debe hacer es contratar a quien esté mejor capacitado para ejercer el puesto de trabajo, sin distinción de género. Ayudar a la mujer a conseguir un puesto por el simple hecho de ser mujer también es sexismo, sexismo positivo. Muchas mujeres están contentas con ello, quieren ventajas o no se dan cuenta de lo que pasa, no lo sé, pero les gusta así.

Desde luego, muchas otras hay que se dan cuenta de la bofetada que les acaban de dar, eso sí, con guante acolchado, que así puede que no les acusen de dar bofetadas. Depender de la "ayuda" y "caridad" del "género dominante" no es la solución, lo es que no haya género aventajado, igualdad de condiciones para cualquiera.

En definitiva, el nuevo sexismo que se abre camino acusando a todo el mundo de sexista es el sexismo positivo, un problema de nuestro tiempo que ciega a muchos y abusa del falso dilema entre discriminar o ayudar.

lunes, 30 de marzo de 2015

Humano ¿Bestia desordenada?

Humanidad, concepto o realidad, pero existente ahí, reinando sobre lo más y sobre lo menos. Vaga y confusa lleva en su vientre las delicias más refinadas y a la vez la más pasional barbarie. Todo lo malo del humano es por ser humano, todo lo bueno también. La bestia siempre es la excusa del humano, pero no son dos, sino uno a la vez bestia y la otra parte, juntos sólo humano.

Hay otra parte que no atribuimos a las bestias, aunque sí atribuimos la bestia al conjunto. ¿Qué será esa otra parte? ¿Acaso una singular enfermedad de la bestia o tal vez locura descontrolada que ahoga y divierte a la bestia? No lo sé, puede que sea un subproducto de la enfermedad o la locura, puede que la suma natural, puede que una propiedad emergente. Pero sea lo que sea, lo somos.

No podemos ya desprendernos de esa cosa que le es extraña a la naturaleza, tampoco podemos desprendernos de la otra parte, de la bestia, y tampoco de nuestra humanidad. Quizás algún día nuestra ciencia alcance la posibilidad de hacernos sólo bestias, tal vez la de librarnos, o más bien, desprendernos de ella. ¿Seremos entonces humanos? ¿No? ¿Qué, entonces? ¿Sí? Comienza el juego de los posibles, de la especulación, del soñar y declarar movimientos de una pieza muy real sobre un tablero pintado en el aire. ¿Filosofía ficción? ¿Y quién dijo que había que jugar en el hecho y no en la posibilidad?


Mil preguntas arrojadas como se arroja a nuestras pequeñas manos un gran cajón lleno de desorden. Que cada cual coja su trofeo, que cada cual haga su orden, que cada cual sea cada cual y reflexione hasta conseguirlo.

lunes, 16 de marzo de 2015

Lapidación a un tiro de piedra

"Libertad de expresión", tres palabras con las que se llenan a montones las bocas de las gentes de hoy en día en nuestra sociedad cosmopolita, o globalizada más bien, occidentalizada diría si acaso mejor. Tres palabras que vienen a defendernos como grueso escudo, tres palabras que morimos por defender, tres palabras que arrojamos como ponzoñosa flecha los unos a los otros.

Cierto es que ha estado la libertad de expresión moribunda, encarcelada, agonizando por su desuso. Ahora que la conquistamos finalmente o al menos ponemos la bandera de la sociedad, si acaso a veces la del individuo, en una buena posición pensando que está el problema a punto de acabar, ahora que la tenemos entre nuestras manos pareciera que escapara entre los dedos que rápidamente se afanan en hacerla volver empeorando así la situación.

Hoy, con la libertad de expresión cargándonos a cuestas, derribamos sus propias fortalezas, quemamos sus templos y la hacemos sierva bajo nuestras botas. Estamos en una situación donde esgrimimos esas tres palabras que no son nada más que un mal esbozo del original para dañar, precisamente, al contenido de esas tres malditas palabras.

Hoy, podemos decir cuanto queramos y como queramos esgrimiendo esas tres palabrejas que a mí me dan risa... ¡Y qué más da! ¡La libertad de expresión ha llegado a la ciudad! ¡Decid cuanto querais! ¡Imponed el tiro de la primera piedra que encontreis! ¡Nadie puede deteneros, la libertad de expresión es arma y escudo!

Aquí llegan entonces arrojando piedras y diciendo "¡Abrid vuestros oídos, pues la libertad de expresión os obliga a aguantar mis pedradas!" Cualquiera puede arrojar piedras, con filo o sin él, de cualquier color, forma y tamaño. Pero arrojar una piedra sólo porque tienes una honda, sin dar explicación alguna de la razón por la que la arrojas, más aún, sin tener una razón para arrojarla, no es libertad de expresión, es la tiranía de la palabra, es perder el respeto, en el sentido más honorable de esta palabra.

Pero hay que cuidarse, sí, incluso estos borregos que se creen pastores tienen que cuidarse, porque vienen los lobos con la boca llena de fieros colmillos de piedra y los ojos ciegos con las pupilas deformadas, o tal vez con una forma muy delimitada, la forma de organizaciones, lobbies, grupos y malas gentes que enarbolan banderas de sociedad que sólo ellos pueden sostener. Vienen rabiosos a morder y desintegrar al individuo, no queda más piedra que la de sus colmillos. A estos lobos no se les puede lanzar piedras, pues si la libertad de expresión nos lo concede hasta límites vomitivos, ahora, la "libertad de expresión", esas simples palabrejas, nos estorban y hacen de escudo para los hambrientos lobos.

El individuo puede expresarse, puede expresarse hasta construir horrendas esculturas parodia de humano y a la vez copia perfecta encarnada de él mismo. Pero nunca contra alguien que pueda responderte "¡Atentas contra la libertad de expresión!", y es lo que ladran, no aúllan, sino ladran continuamente estos rebaños, sí, rebaños, rebaños de lobos, pues entonces morirás apedreado, sí, apedreado y no ya mordido. ¡Déjate morder por el lobo o lanza una piedra y recibe mil!

Queríamos la libertad de expresión para que el individuo pudiera exclamarse y sirve ahora al poder fáctico de los grupos para callar a los individuos que tienen el poder de hablar no sólo por ley, ¡lo tienen por naturaleza! ¡Pobres ovejas que están encerradas creyéndose pastores! ¡Y no sólo por sus perros, también por sus ovejas!


¡Quien quiera entender entenderá, quien quiera callar que calle y quien quiera gritar que grite! ¡Que vengan ya los lobos fieros aullando respeto y mordiendo con él! ¡Que vengan y no callen que tampoco ha de hacerlo mi honda cargada no con piedras sino con la voluntad de disolver su rebaño!

lunes, 9 de marzo de 2015

La filosofía ¿Cosa de ricos?

¿Es la filosofía una disciplina para ricos? ¿Por qué si leemos sobre la vida de un filósofo resulta que era un noble, un rico, un mantenido, etc? ¿Significa ésto que la filosofía es sólo para ricos?

Al margen de la filosofía entendida como una carrera universitaria, que en España ya de por sí es un duro esfuerzo económico para la gente de clase media (aprovecho aquí para mencionar la estupenda iniciativa de Onfray y su "Université Populaire"), es difícil vivir de ella. Apenas hay salidas profesionales, la más factible es convertirse en profesor y por la escasez de plazas es difícil. Siempre se puede uno poner a trabajar en cualquier sitio que te sirva para poder comer cada día y dedicarte a escribir. Desde luego no vas a sacar ni para el postre con ello, y si lo pensamos bien ¿quién tendría ganas de escribir después de un día de horrible trabajo en algo que no te gusta? Eso, si consiguieras uno, que ya es un reto de por sí.

Está claro que para dedicarse plenamente a la filosofía hay que tener una buena base económica sobre la que tumbarse a pensar en ontologías, gnoseologías y todo lo que te apetezca. ¿De verdad? Pues yo apuntaría a que no. Desde luego ha sido así hasta hace bien poco, y sigue siendo la mejor opción para poder entregarte a la filosofía sin preocuparte de nada más, pero el futuro es hoy, y la globalización, las tecnologías y otras funcionalidades del mundo actual nos permiten un acceso casi inmediato en casi cualquier lugar a un libro, una revista, una publicación online, webs, blogs... Podemos aprovechar los pequeños ratos para entregarnos a la filosofía, como leer este texto, que no ocupa ni cinco minutos. Porque hay quien dice eso de "el saber no ocupa lugar" y, dejando de lado el poco sentido literal de la frasecita o la interpretación tan bonita que se pueda hacer de ella, yo afirmo "el saber ocupa tiempo", y mucho además. Por ello es que poder aprovechar cualquier pequeño rato es un lujo maravilloso.

Desde luego que se siguen teniendo los mismo problemas para disfrutar tanto como se pueda de esta disciplina, y de tantas otras que hay, porque realmente es el ocio lo que permite la filosofía, la ciencia, la investigación, el arte, el progreso, todo lo que puedas querer. Porque si pasamos todo el tiempo de nuestra vida trabajando y descansando del trabajo sin poder disfrutar de estar ociosos, no podríamos hacer nada, a no ser que te pagaran por ello, en cuyo caso serías alguien muy afortunado por poder disfrutar de la disciplina que te gusta, sea cual sea, y poder vivir de ella.


En cualquier caso, mi reflexión me lleva a concluir que el trabajo es molesto, aunque útil para quien se aprovecha de ello. Necesitamos ocio, una sociedad donde se consiguiera reducir el tiempo de trabajo a la vez que no disminuya la producción y que todos los individuos puedan vivir cómodamente podría permitir una sociedad del ocio mucho mayor que la actual, permitiendo disfrutar de tus aficiones, entre ellas la filosofía. Mientras tanto, en el mundo real, seguiremos aprovechando cada rato que tengamos para disfrutar de lo que nos gusta.

miércoles, 4 de marzo de 2015

De atunes en los montes

El territorio en el que el hombre vive y realiza sus actividades es cada vez más amplio. No hay duda de que este planeta nos pertenece. Pero hay más vida en él además de nosotros ¿Deberíamos ignorarlos?

Una de los efectos de lo tanto que abarcamos es que en cualquier sitio que consideraríamos "natural" por no estar habitado por nosotros, como un monte o un bosque, podemos encontrar nuestra basura.

Dejando de lado cualquier discurso a favor o en contra de la naturaleza, es un problema. Imaginad que en nuestro planeta no hubiera nada vivo además de nosotros, que todo fuera cemento y cristal. Subiríamos a un monte de metal y encontraríamos plásticos, latas, basura en general. ¿Estaría entonces bien, ya que no afectamos a la naturaleza?

Es fácil comprender que arrojar basura en cualquier lugar no es un problema de respetar la naturaleza, es un problema en sí. Es sucio, es feo, es peligroso y es perjudicial. Todo eso sin tener en cuenta la naturaleza. Es nuestro deber como especie dominante responsabilizarnos por nuestra actividad y proteger a los demás seres vivos. Nos hemos apropiado de la naturaleza, la hemos sometido y ahora deberíamos tener cuidado con ella, quizás nos pueda dar igual que en los montes sea más fácil ver latas de atún que conejos, pero si los conejos no nos dan ningún problema, y encima las latas de atún sí, entonces ¿Por qué seguir así?

lunes, 23 de febrero de 2015

La Torre de Babel

La coordinación y entendimiento son indudablemente un elemento central del avance del conocimiento humano. Y como contraparte, los malentendidos y la falta de coordinación retrasan este avance. ¿Cierto? ¿Qué podemos decir sobre esta afirmación?

Empezaremos con uno de los mitos del Antiguo Testamento, aquel de la Torre de Babel. Dice el mito que los hombres construían una torre tan alta que llegaría al cielo y donde podrían reunirse todos como un único pueblo. Yahveh pensó que al tener todos un mismo lenguaje con el poder coordinarse y entenderse entre todos, podrían hacer cualquier cosa que se propusieran. A Yahveh no le gusta que aquellos a quienes creó sólo para que le adorasen le desobedezcan y sepan más de lo que él permite, recordemos el mito de la expulsión del Jardín del Edén por comer de la fruta prohibida, la fruta del conocimiento. Así Yahveh, siempre furioso y vengativo, decidió castigarlos dispersando a todos los hombres por la faz de la Tierra y dándoles diferentes lenguajes con los que evitar que no se entendieran entre ellos. Gran metáfora sobre el mal que causa la religión y de su propio libro, que vale doble tanto.

No tengo muy claro que pretendían aquellos hombres antiguos al inventar estos mitos, tal vez decir que el conocimiento es malo para poder controlarlos... Lo que podemos decir siguiendo nuestro tema es que la coordinación y entendimiento suponen un avance de conocimiento. La ciencia moderna lleva ya unos siglos gozando de un avance cada vez más rápido gracias a su reunión en organizaciones, y todo el que alguna vez haya buscado información sobre un tema específico y especializado se ha topado con la barrera del idioma más de una vez.

La creación de un idioma universal supondría un esfuerzo extra para aquellos que van a hacer uso de él, pero una vez aprendido supondría el beneficio para toda la comunidad. Actualmente es el inglés el idioma internacional, de eso no hay duda. Ayuda a muchos el que todos busquen un idioma oficial para publicar algo, pero sigue siendo un problema para aquellos que no saben el idioma. Tal vez sea una solución la existencia de una institución para cada idioma que recopile todo lo publicado y lo traduzca para estar al alcance de todos. ¿Cuál sería una mejor solución? Yo no acabo de decidirme por una, pero ambas son difíciles para implantar.

No olvidemos el trabajo individual, que evita problemas de coordinación con otros co-autores y permite más libertad y originalidad. Pero siempre debe hacerse accesible para todos. La globalización permite que el modelo de organización ya no sea tan necesaria, pues se puede trabajar individualmente y seguir compartiendo al instante todo tipo de información.

Tampoco podemos quitar crédito a la importancia del error, que nos ayuda a buscar mejores soluciones. Como dijo alguna vez Asimov "Hasta el más mínimo error puede inducir a las más grandes verdades".

lunes, 2 de febrero de 2015

Divulgación científica

¿Qué pensais de la divulgación científica? Aparte de cómo deba ser la divulgación, creo que hay disciplinas que deben ser divulgadas, disciplinas que, si no todos, al menos sí los interesados deben tener a su alcance, por muy reducido que sea éste.

Últimamente, o quizás hace más tiempo, las publicaciones de divulgación abundan más que las de la ciencia en sí. ¿Es ésto malo?

Puede serlo. El divulgador debe o bien ser un experto en el tema, de modo que pueda explicar aquello que está dando a conocer, o bien contar con expertos y mantenerse al margen de las teorías, siendo sólo un intermediario entre el experto y el público, sin intentar interpretar, comentar o hablar del tema, pues podría confundir al público o cambiar aspectos de la teoría aunque no sea su intención.

El divulgador que no es un experto debe ser un simple conductor de las palabras de los expertos con quienes cuente y el que es un experto debe saber exponer con claridad la teoría, pues esa es la función principal de la divulgación, acercar la ciencia a un público que no suele ser de estudiosos del tema.

¿Por qué la divulgación y no un escrito científico en sí? ¿Acaso no tiene validez alguna este último tipo de escrito?

Contamos con que el público conoce más bien poco sobre la teoría presentada, o incluso nada. La buena divulgación debería dar la explicación básica que permitiera a todos entender lo que se divulga, y esta parte ser clara y sencilla para que se pueda entender sin necesidad de conocimientos avanzados. Para el público con un nivel básico también le resultará cómodo que no se anden con lenguaje especializado más allá de los términos básicos que toda disciplina necesita. Y el público avanzado podrá conocer una teoría de forma sencilla, de modo que si le interesa ese planteamiento básico podría recurrir a lecturas más avanzadas sobre ella.

El escrito científico, por otra parte, contiene lenguaje más avanzado, explicaciones más concretas y difíciles y puede ser difícil o imposible de comprender para un público que no tenga un nivel adecuado. Además, a diferencia del divulgador, el científico que presenta su teoría no tiene porqué tener las cualidades de explicar de forma clara y sencilla sus argumentos, sólo la de que estos argumentos sean correctos. Pero la dificultad de este tipo de escritos no indica su falta de validez a la hora de publicitar una teoría, al contrario, es muy necesario que se publiciten las teorías de todo tipo, aceptadas por la comunidad científica o que sean investigaciones independientes (y no me refiero a alguien que investiga la ouija, eso es absurdo, me refiero a una teoría seria) porque los expertos también necesitan una divulgación a su medida, es la base de la ciencia moderna, la asociación de científicos y el compartir las teorías para ayudarse unos a otros a seguir su labor.

Hablo de divulgación científica, pero podría hablar de cualquier disciplina. Todas las que intenten acercarse al público en general deben hacer un buen uso de la divulgación y no corromper la teoría, sea porque el divulgador cree que de ese modo incorrecto se hace más fácil de entender o porque el divulgador no tiene el nivel suficiente para hablar de esa teoría. Pero siempre hace falta también una contraparte para especialistas, en la que si la exposición es clara se agradece, pero no es totalmente necesario.


Ya decía Bataille que quizás hay dos tipos de hacer filosofía muy distintos, una para especialistas y otra para todos, sin olvidar la importancia de la primera ni la dificultad de la segunda. Este pensamiento podemos aplicarlo a todas las disciplinas, por un lado está su parte para especialistas que contaría con lenguaje más complejo y argumentos más complicados, si estos aspectos fueran necesarios, y por otro lado la parte pública, con lenguaje sencillo y una claridad dominante en sus explicaciones. La dificultad reside en conseguir exponer una teoría para que sea asequible para todos sin desvirtuar su contenido. De esa parte debe ocuparse el buen divulgador.

lunes, 26 de enero de 2015

La pregunta II: ¿Ciencia y/o filosofía?

Al fin surge la investigación y tras ella la ciencia. No es verdad que la ciencia moderna se encargue de los porqués y nada más. En la ciencia moderna ha habido una ramificación en campos enorme. Hay disciplinas que se encargan de saber qué es una cosa, de la propia existencia o realidad de la cosa en sí, tanto a niveles cuánticos como astronómicos, pasando por todo un complejo de fenómenos a estudiar, desde comportamientos a clasificación. Otras disciplinas se encargan de saber cómo funciona una cosa, desde su composición a la recreación de la misma. Otras se encargan de las finalidades, tanto naturales que tienden a un fin desconocido como invenciones para llegar a ese fin. Otras buscan los porqués, desde el motivo del inicio del mismo universo a la causa que pone en marcha un tren. Y otras más sociales que rastrean los dóndes, los quiénes y los cuándo.

Hay muchísimos campos de estudio y no es raro ver disciplinas que se encarguen de varias preguntas a la vez, de hecho, una rama cualquiera de la ciencia moderna suele abarcar casi siempre el qué y el porqué, aún cuando a veces se obvie el qué y se busque su causa y origen sin más.

¿Y la filosofía? ¿Qué preguntas abarca? Ciencia y filosofía han sido lo mismo durante mucho tiempo, pero la necesidad de repartir las tareas de la investigación ha conllevado no sólo la creación de ciencia moderna por un lado y filosofía por otro sino una cantidad extremadamente grande de disciplinas especializadas en un asunto en concreto.

Muchas han sido las preguntas que la filosofía ha hecho y ha seguido, pero nuestra filosofía actual deja de lado los asuntos que actualmente conciernen a lo que llamamos ciencia, igual que muchas otras tareas. La filosofía actual clasifica su bastísimo campo de investigación de maneras diversas, pero la mayoría de sus preocupaciones encajan bajo aquellas cuatro preguntas que haría Kant. A saber, ¿Qué puedo saber? ¿Qué debo hacer? ¿Qué me cabe esperar? ¿Qué es el hombre? Hay quien pondría las tres primeras bajo la última, quien pondría la última bajo la primera y muchos más cambios. También vemos que podríamos encajar todas las disciplinas y preguntas bajo estas cuestiones fundamentales de la filosofía moderna, pero esque la filosofía en general se pregunta por el todo e incluso la nada, no es de extrañar que esta disciplina sea el pilar fundamental de toda otra.

La filosofía no se contenta con admitir que una cosa existe y después investigarla, la investiga aunque primero deba librarse de la idea de su existencia, no se queda satisfecha con un qué y salta a otras preguntas que no se encuentran en ningún otro aspecto de nuestro conocimiento. La filosofía es una pregunta en sí misma, una pregunta consciente, enferma de curiosidad y que es el modo de investigar más elevado y al mismo tiempo la base de todos, incluye a todos los tipos de conocimiento y además es única. Como ya había dicho en otra ocasión, el filósofo es pregunta.

lunes, 19 de enero de 2015

La pregunta I: ¿Evolución y/o desarrollo?

Desde siempre el hombre ha estado preguntando, tal vez no mediante un lenguaje, tal vez empezó sólo internamente, pero se preguntaba, igual que algunos animales también se preguntan. Creo que las preguntas más primitivas y que incluso un animal puede hacerse a sí mismo, aunque no sea consciente de ello, son ¿Qué? Y ¿Cómo?

Me explico. Reduciento todo a simples instintos sin consciencia es fácil imaginar que ante un ruido, un objeto, una luz, o cualquier cosa que puedan percibir, su cerebro siga un razonamiento que podríamos traducir con un ¿Qué ha sido eso? Es vital que conozcan su alrededor para huir de peligros, por ejemplo. Para ello "se preguntan" por la cosa en sí, y esta es la pregunta más básica que cualquier organismo puede hacer, aún no siendo conscientes de ello, como he dicho antes.

La siguiente sigue sin requerir consciencia. Es ¿Cómo? Esta pregunta creo que requiere un nivel de inteligencia y/o libertad de acción más allá de los simples instintos. La preunta se plantea ante un problema cualquiera (conseguir una fruta de un árbol, cruzar un río, asustar a un animal, etc.) y funciona como el medio del cerebro para construir un remedio que permita sortear ese problema. ¿Por qué requiere más inteligencia y/o libertad de acción? Porque no ante todos los problemas se intenta encontrar una solución, el instinto tiene escrito a fuego el modo de proceder ante tal o cual situación y las demás no tienen importancia.

Pero hay animales que construyen remedios para situaciones inesperadas y para las que no están preparados. Todo el mundo ha visto alguna vez a un chimpancé resolver acertijos para conseguir comida o cualquier otro premio. El fin puede estar determinado por sus instintos, pero el modo de proceder tiene la chispa de la originalidad, de la improvisación. Han resuelto problemas para los que no estaban preparados para afrontar, incluso han construido herramientas temporales que cumplan funciones para las que sus cuerpos no están preparados. Han resuelto el cómo, ya no sólo el qué.

Tras estas preguntas que considero las básicas, surgen otras más complejas y que, por lo que llego a saber, sólo se dan en nuestra especie. Todo surge una vez somos conscientes de lo que nos rodea, tras pasar por las dos preguntas básicas no podemos parar, síntoma de la enfermedad del animal que llamamos hombre, la curiosidad. No tardan en salir a flote el tiempo y su ¿Cuándo? ; El individuo y su ¿Quién? ; El lugar y su ¿Dónde? ; Pero sobre todo el inicio y el fin, la causa y el efecto, y sus preguntas ¿Por qué? ¿Para qué?
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