martes, 21 de octubre de 2014

El juez, el árbitro y el gorro rojo de la muerte

Leyes. ¿Necesarias? ¿Estorbo? ¿Precaución? Vamos a pensar un poco sobre ellas, aunque no concretamente sobre estas cuestiones. Veamos un poco el problema sobre su interpretación.

Las leyes no son normas generales, consejos, tradiciones o algo parecido. Usaré la palabra "Ley" para referirme a una orden escrita que hay que seguir y respetar al pie de la letra, sin interpretar, sin modificar, sin pasar por alto.

Si hay una ley que diga "no cometas homicidio", claramente significa no cometer homicidio, sea lo que sea "homicidio" para quien hace la ley, pero si hay una ley que diga "debes usar un gorro rojo", ¿significa que los gorros que uses deben ser siempre rojos? ¿Significa que siempre debes llevar puesto un gorro que además debe ser de color rojo? ¿Qué significa? Aquí vemos la diferencia que se nos puede plantear al escribir una ley, la diferencia entre especificar algo y dejar de modo que pueda entenderse. Una ley que debe ser aplicada al pie de la letra no debe ser escrita de forma que se pueda entender de varias maneras, porque puede llevar a confusión.

Otro cosa a tener en cuenta es la diferencia entre prohibir y obligar. Si dices "no cometas homicidio" puedes hacer cualquier cosa menos cometer homicidio, pero si dices "usa ropa" se hace difícil de interpretar de nuevo. ¿Usar ropa siempre? ¿A todo momento? ¿Incluso en la ducha? ¿Y puedes quitartela para cambiartela por otra? ¿Y si debo cambiar mi gorro azul por uno conforme a la ley? ¿Los gorros son ropa?

Entonces ¿con hacer leyes con un único sentido y sólo prohibitivas estaría bien? En primer lugar ¿para qué las hacemos? No las hacemos para asegurar que todo individuo de nuestra sociedad actúe de determinada forma, más bien lo contrario. Las hacemos para evitar que se haga algo que perjudica a la sociedad, o más bien, crea un miedo individual que fomenta la desconfianza, quebrando la base de una sociedad.

Si pensamos en leyes, lo primero que viene a la mente es "no matarás" o "no robarás" (dejemos la obvia influencia del catolicismo en nuestra sociedad de lado en esta entrada), aunque realmente si han robado a un señor que vive a 700 kilómetros de nosotros nos da prácticamente igual, sólo por empatía podríamos llegar a darle importancia. Pero si el robo ha sido a nuestro vecino, aunque no nos importe el vecino, nos preocupamos. ¿Por qué? Por miedo a que nos pase a nosotros. Y más fuerte es la emoción si se trata de algo más grave, como si al vecino lo han decapitado. Este miedo es lo que nos hace desear que se establezca una norma inmutable que asegure que no se puede matar. Una ley contra el homicidio.

Pero hacer una ley no nos protege de un cuchillo, lo que desencadena la necesidad de policia, cárcel o cualquier otra cosa que intimide al asesino para que se abstenga de serlo. Bueno, este tema lo dejamos para otra entrada y seguimos con lo anterior.

Ya hemos creado una ley, ahora vamos a ver al infractor. Esta persona que viola la ley se enfrenta a quien la ha creado o su representante y se le castiga, reeduca o cualquier cosa que se decida hacer (no entraré a dar mi opinión sobre este tema en esta entrada). Pero si hay que hacer algo, habrá que interpretar. Habrá que saber sus razones para hacerlo, su forma de hacerlo, la manera en que influyen a la sociedad sus consecuencias, saber la manera en que su acción infringe la ley. Si la ley dice "no matarás" y has matado a un perro que se ha cruzado en tu camino mientras conducías no es lo mismo que si has matado a un lince ibérico ni que si has matado a un niño. Son diferentes situaciones como lo sería si matas a alguien que se ha arrojado para morir o que si has frenado a tiempo pero la persona ha muerto por un infarto debido al susto.

Todo esto se soluciona añadiendo especificaciones, casos particulares y cosas por el estilo como anexo al "no matarás" o "no cometas homicidio" o "no asesines" o "usa gorros rojos" o cualquiera que sea la ley en cuestión. Pero es imposible dejar por escrito todas las situaciones posibles, y si fuera posible, sería imposible conocerlas para toda la población, que debe conocerlas. Bueno, este problema lo mato aquí y quizás lo resucite para otra entrada.

Cuando no tenemos todas las situaciones posibles del modo en que aplicar la ley en cuestión, ¿cómo debe el creador de esa ley actuar? ¿Debería crear otra especificación del mismo modo que las demás? Quien decida podría actuar conforme a la inexistencia de ley para ese caso concreto o aplicar la ley tal como está sin importarle la situación del infractor. Yo, personalmente, creo que aplicar la ley sin tener en cuenta la situación no es lo correcto y que debería llegarse a una conclusión tras estudiar la situación y decidirla no por ser un caso parecido a otro, aunque opino que debería haber cierta universabilidad, si no por ser lo correcto, lo que haría que pocas personas pudiesen hacerse cargo correctamente de la situación, porque pocas personas pueden acercarse objetivamente a lo correcto sin perder de vista la ley.

Yo opino como Aristóteles en la Retórica y pienso que lo mejor sería "Querer acudir mejor a un arbitraje que a juicio, porque el árbitro atiende a lo equitativo, mas el juez a la ley".

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